Me hago la desconocida porque ya no me soporto. No soporto ese peso de ser "yo", un yo que huele a polvo y a miedo. Me escapo de mí porque mi mirada y mi boca no resisten tanta rigidez, tantas ataduras imaginarias. Ahora no tengo nada, por fin, no tengo nada. Nada para proteger, nadie de quien protegerme. Abandonada me dejo y ahora solo tengo que caminar...
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